La última reunión del Consejo General de Dentistas y la Fundación Dental Española (FDE), reunió a 130 organizaciones de todo el mundo para celebrar el día Mundial de la Salud Bucodental. Esta campaña se centra en la salud oral infantil, en la importancia de crear unos buenos hábitos y en conocer las medidas preventivas necesarias durante la primera etapa de la vida, que garanticen una buena salud bucodental durante el resto de la misma.
La Dra. Paola Beltri, presidenta de la Sociedad Española de Odontopediatría (SEOP) durante su exposición explicó que “en España, el 31% de los niños menores de 6 años tiene caries, lo que supone que 7 millones de dientes de leche están afectados”. También ha señalado que en los preescolares españoles “entre el 80 y el 90% de las caries no han recibido el tratamiento oportuno”. Todo esto a pesar de que, como explicó, las caries son fácilmente prevenibles si los niños acuden a las revisiones. El problema es que el 75% de los menores de 3 años no ha acudido a ninguna. De ahí que la doctora insista en que en la creación de unos buenos hábitos deben implicarse los padres, y general, deben hacerlo antes de lo que se hace en la actualidad.
Caries
La caries infantil es la enfermedad más prevalente en toda la población mundial, por lo que podríamos decir que se trata de un problema de salud pública. La caries es un problema multifactorial, que se inicia con la desmineralización del diente cuando las bacterias de la boca fermentan los carbohidratos de la dieta. Por lo tanto, la prevención, una buena dieta e higiene son claves para mantener a los niños libres de ellas.
Hay una idea extendida de que una caries en un diente de leche no es preocupante porque al fin y cabo se trata de piezas que van a cambiar. La realidad es que, las lesiones de caries en dientes primarios (de leche) evolucionan rápidamente, destruyen la estructura del diente, interfieren en la correcta masticación, producen dolor y pueden generar focos infecciosos moderados o severos. Todos esto afecta al niño, y no solo porque las caries que no se tratan producen dolor, si no porque afectarán a la masticación, al desarrollo físico, a la concentración y al aprendizaje. En el caso en que haya pérdida de dientes, éstas pueden alterar la alineación de los dientes permanentes. Puede haber complicaciones infecciosas, a veces graves que precisarán hospitalización. Por lo tanto, hemos de ser conscientes de la necesidad de hacer visitas periódicas al odontopediatra, casi desde la aparición del primer diente.
Las medidas que podemos tomar para prevenir las caries se centran en controlar o eliminar los factores de riesgo:
Instruir a las familias sobre las ventajas de una dieta equilibrada poniendo especial atención en varios puntos: retrasar al máximo la introducción de los azúcares en la dieta hasta los dos años de edad y promover el consumo de fruta fresca por encima de zumos, batidos, galletas, bollería, cereales… que nos venden como productos infantiles y que no son una buena opción para su dieta ya que contienen gran cantidad de azúcares añadidos. Y por supuesto, la retirada a tiempo de biberones y chupetes ya que favorecen la aparición de caries en menores de 3 años.
El cepillado debe iniciarse con la salida del primer diente, con un cepillo adecuado, dos veces al día y con la cantidad de pasta recomendada por edad. En los menores de tres años basta con la cantidad equivalente a un grano de arroz, para los mayores de tres años tamaño guisante. La concentración de flúor no debe ser inferior de 1000 ppm. La utilización de pasta fluorada por parte de un adulto y en la concentración recomendada, ha demostrado ser segura y actuar como un agente protector del diente, reduciendo la aparición de lesiones y controlando su gravedad.
La orientación temprana que puedan recibir los padres también actuará como agente de prevención, por eso, desde Clinica ZM, aconsejan realizar una primera visita antes del primer año de edad, para diagnosticar signos incipientes de caries y para evaluar posibles factores de riesgo que se estén dando dentro de la familia.
Esta evaluación debe ser llevada a cabo por un odontopediatra, que es el odontólogo especialista que se encarga del tratamiento dental de los niños. Es una especialidad que trata una gran variedad de posibles problemas relacionados con la dentición temporal y la permanente.
Los problemas más comunes durante la etapa infantil son:
- Caries: ya hemos citado anteriormente las posibles causas de su aparición. Suelen tratarse sellando las fosas o las fisuras.
- Traumatismos: la posibilidad de que los niños pequeños sufran roturas o pérdidas de piezas es alta, debido a golpes o caídas que son frecuentes en esta etapa en que se están desarrollando a nivel motriz. El odontopediatra restaurará la pieza o bien realizará la reimplantación de las mismas, siempre intentando conservar el o los dientes originales.
- Maloclusión y problemas de mordida: la aparición de los dientes definitivos puede no realizarse de forma correcta, e igualmente la mandíbula puede tener una mala posición debido a diferentes problemas como por ejemplo la retirada tardía del chupete. En estos casos el odontopediatra debe derivar al paciente a un ortodoncista.
- Anquilosis de la pieza temporal: esta anomalía se produce cuando por algún motivo la pieza temporal no sale, quedándose dentro de la encía y ocasionando un problema para la pieza definitiva. La solución a este problema suele ser la extracción de la pieza.
- Alteraciones congénitas: tienen que ver con la aparición de menos o más dientes o tamaños mayores o menores de lo debido. La detección a tiempo ayuda a evitar problemas mayores.
Prevención
Sabemos con certeza que la caries es una enfermedad prevenible. Trasmitir a los padres la importancia de una dieta y una higiene oral adecuadas, desde el principio, con la intervención de la matrona, el pediatra y el odontopediatra, puede ayudar a conseguir eliminar la prevalencia de esta enfermedad y en caso de que ocurriera, las lesiones serían más leves. Actualmente, es posible tener una población libre de caries si se siguen las medidas preventivas adecuadas.
Entre estas medidas es importante enseñar a los padres cuáles son los pasos a seguir para conseguir un buen cepillado. Es importante que en un principio lo realicen los padres, y más tarde supervisen el cepillado de los niños hasta que estos tengan como mínimo siete años.
Utilizando la cantidad de flúor adecuada, según la edad, se cepilla primero la superficie el interior de cada diente, que es donde más se acumula la placa. Se trata de cepillar desde la encía hasta el diente, uno por uno. Se repite la operación por la parte externa de todos los dientes. Por último, se cepillan todas las superficies de masticación realizando movimientos de atrás hacia delante y de delante hacia atrás. Es necesario también repasar lengua y carrillos, para evitar los restos que podrían quedar en ellos. Es importante verificar que los niños no traguen crema dental. Para conseguirlo, al contrario de la costumbre extendida de mojar el cepillo antes de empezar a lavarnos, es mejor untar la pasta en seco. Con esto conseguimos que no se haga tanta espuma en la boca y que finalmente la traguen. Además, al no necesitar de aclarado posterior, el flúor se fija más en las piezas dentales.
Seguir las recomendaciones de higiene dental, cepillándose dos veces al día con pasta fluorada, hacer uso del hilo dental, seguir una dieta equilibrada y realizar las revisiones periódicas son los mejores aliados para conseguir una población infantil con una boca sana.