Un día me dije: “A ver Marta… Llevas en paro no sé cuánto tiempo u ocupando siempre puestos precarios y que no corresponden para nada a tu formación académica de Dirección de Empresas. ¿A ti qué te gusta? ¿Eh? Los niños y la moda… ¿Verdad? ¿Entonces por qué no te lanzas ya de una vez?”. Y pensé que mi vocecita interior tenía toda la razón del mundo… ¿A qué esperaba efectivamente? Dentro de unos meses cumpliría los cuarenta, no tenía ni pareja ni hijos (¡pues sí! ¡Te pueden gustar los niños sin necesariamente ser tú misma mamá!), ya era hora de dedicarme por fin a lo que me gustaba. Conocía algún que otro proveedor de ropa ya que estuve un