España está repleta de fiestas y tradiciones. Cada ciudad cuenta con una gran festividad en la que los ciudadanos y los visitantes se unen para homenajear unas fechas, un santo o una tradición popular. En la Comunidad Valenciana son famosas sus “Fallas” (Valencia), “Hogueras” (Alicante), en Buñol tenemos “La Tomatina”, en Pamplona “Los Sanfermines” y en Barcelona “La Mercé”, pero muy poca gente conoce realmente el origen de estas fiestas.
Las Fallas de Valencia
En sus inicios, los fuegos que se prendían la víspera del día de San José eran meras fogatas que anunciaban el inicio de la festividad pero, poco a poco, un gremio de carpinteros que quemaban trastos viejos sobrantes haciendo limpieza de los talleres antes de entrar en primavera, fueron añadiendo cosas a dicha fogata, como los “parots”, esculturas de las que colgaban candiles que les daban luz, porque con la llegada del verano, al hacerse los días más largos, ya no les eran necesarios. De este modo, la inventiva popular dio forma humana a estos parots y así empezaron a quemarse los primeros muñecos de madera que son el preludio de las fallas actuales.
Las Hogueras de Alicante
Las Hogueras de San Juan se remontan a tiempos en que los labradores alicantinos celebraban el día más largo del año para la recolección de cosechas y la noche más corta para la destrucción de los males, una tradición que se extendió a la ciudad de Alicante donde el alcalde mandó comunicar un bando en el que avisaba de que no se podían encender hogueras en las calles ni tirar cohetes en las noche de San Juan, bajo multa de 20 a 100 reales. Sin embargo, en 1881, un despiste del ayuntamiento hizo que no se publicara el bando y los vecinos, aprovechando esto, se agruparon por calles y organizaron juegos, bailes y empezaron a crearse los primeros “ninots” que figuraban a alguna persona a la que se la criticaba. No fue hasta 1928 cuando se produjo la primera fiesta oficial de Alicante en la que se destacaba la figura de José María Py, principal difusor de las fiestas. Ya en 1932 se creó la figura de la máxima representación de las fiestas “La belleza del fuego”.
La Mercé en Barcelona
En 1902 el ayuntamiento de la ciudad confeccionó por primera vez un programa de actos extraordinarios para celebrar la festividad de la Virgen de la Merced, el 24 de septiembre. En 1980 fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional. Os aconsejo que si queréis pasar unos días en Barcelona para ver estas fiestas dejéis el coche aparcado y os mováis a pie o en transporte público porque es casi imposible circular esos días por la ciudad condal. Yo dejé mi turismo aparcado toda la semana en parkingcentrobarcelona.com por 40 euros y no me arrepiento. Los encuentros de gigantes, concurso de castells y las danzas son las tradiciones principales de estas fiestas.
La Tomatina de Buñol
Existen varias interpretaciones de esta fiesta popular. Según algunos historiadores, su origen se debe a una broma. Un hombre estaba en la plaza del pueblo cantando y tocando música cuando un grupo de jóvenes que le escuchaban empezaron a lanzarle tomates que sacaron de un puesto de frutas y verduras de la plaza debido a que el hombre cantaba muy bien. Todo el mundo que había en la plaza decidió unirse y terminó en una batalla de tomates. Sin embargo, la versión más fiable e histórica dice que todo comenzó en 1945. La plaza de la ciudad estaba llena de jóvenes para ser testigos de la fiesta tradicional de «Gigantes y Cabezudos» y algunos de ellos decidieron unirse a la comitiva del desfile porque querían participar. Este movimiento provocó el rechazo por parte de la comitiva, la cual comenzó un forcejeo donde empujaron a los que llevaban los disfraces gigantes. Uno de los participantes cayó y cuando se levantó empezó a pelear con quien estaba cerca de él. Por casualidad, allí había un puesto de verduras con cajas abiertas que mostraban los productos en venta y los jóvenes que participaron en la lucha cogieron los tomates de las cajas y comenzaron a tirarlos a los enemigos, respondiendo éstos del mismo modo, terminando en una pelea donde se lanzaban tomates los unos a los otros hasta que la policía puso fin a «la batalla», y los responsables de la pelea pagaron por los daños.