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Un buen abogado se debe por completo a su cliente

Imagen para Madrid Abogados...

Siempre tuve una opinión muy negativa, sumamente peyorativa de los abogados. Para mí se asemejaban a aquellos buitres carroñeros dispuestos en lanzarse sobre su presa (el pobre e indefenso cliente) al más mínimo desvanecimiento o descuido de su parte. Pero esa forma de pensar era antes de conocer al gabinete Madrid Abogado, un despacho ubicado en la calle Juan Bravo 3-A CN de la capital (disponen también de un servicio de consultas online) que ofrece sus servicios jurídicos comprometiéndose con el asesoramiento y defensa de cualesquiera intereses de sus clientes. Si os lo digo, ¡podéis verdaderamente fiaros de mí! Pues mi opinión acerca de aquellos hombres y mujeres vestidos con togas era de lo peor tras haber visto a mi hermana sufrir lo inconcebible a lo largo de los diferentes pleitos que tuvo con su exmarido. No sólo acabaron con su salud y estado de ánimo sino también con las pocas economías que tenía ahorradas –comprendida la herencia que le habían dejado mis difuntos padres–.

Por ello y después de ver cómo se habían ensañado con ella ¡les fui tomando un odio que se fue convirtiendo en visceral! Pero mira por dónde y sin que me lo hubiese imaginado yo nunca, también tuve que recurrir hace unos años a los servicios de un abogado después de sufrir varias molestias por parte de un vecino indelicado propietario de un bar de copas que estaba situado a pocos metros de mi piso. Intenté primero y por todos los medios dialogar con él con serenidad, exponiéndole las molestias causadas por el ruido de su establecimiento, las incivilidades ocasionadas por los clientes en estado de embriaguez tirando vasos y botellas (algunos medio desnudos y orinando a la vista de todos…) a las cuatro de la madrugada cantando y aullando como lobos y dejando la calle hecha una porquería cuando por fin decidían levantar el ancla…

¡Yo ya no podía más! ¡Vivía un auténtico calvario! Mi estado de agotamiento era tal que tuve que pedir una baja por depresión y optar –por mucho que me costara– por los servicios de un abogado, ya que al gran señor propietario del bar ¡le importaba un copón mi estado de salud y todo lo demás mientras siguiera cayendo en su escarcela el dinero contante y sonante! Así es que busqué información y según lo que iba escuchando me pareció que los que más eran de fiar eran los abogados del gabinete de Madrid Abogado, un despacho multidisciplinar que vio la luz en el año 2008 y que prestaba sus servicios tanto a empresas como a particulares, con lo cual decidí confiarles mi caso.

¡Y debo reconocer que me llevé una grata sorpresa! ¡Ojalá hubiese tenido la suerte mi hermana de conocerles antes de perderlo todo! Pues desde el primer momento el trato que me ofrecieron en aquel bonito despacho fue de lo más cercano. Me escucharon en efecto atentamente y me aseguraron de una involucración total a la vez que me ofrecían un tratamiento personalizado de mis asuntos, con diligencia, lealtad y sentido práctico de la eficacia. ¡Vaya que de buitres carroñeros se habían convertido –casi– en angelotes! Y la verdad es que me demostraron en todo momento que se preocupaban por lo que patrocinaban, de tal forma que conseguimos ganar el pleito contra el irreverente propietario del bar de copas que tuvo que irse de allí y buscarse otro local.

Estos abogados habían conseguido aniquilar muchos de mis perjuicios acerca de esta profesión, ¡por lo menos ya no los metía a todos en el mismo saco! Realmente en Madrid Abogado me habían demostrado que un buen abogado se debía por completo a su cliente, tal y como se habían comportado ellos…

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