Al igual que las personas, las plantas son seres vivos que sienten y padecen. Y muchos de nosotros no somos conscientes de esto, pero es totalmente cierto. Miramos las plantas como objetos, como cosas que podemos plantar, regar y recolectar cuando nos venga en gana, sin tener en cuenta que, como seres vivos, tienen una serie de necesidades que hemos de cubrir para que sigan manteniéndose fuertes y bonitas.
Hay cientos de plantas diferentes en todas partes del mundo, y todas y cada una de ellas requiere una serie de cuidados muy específicos. Pero, en cambio, existe una serie de cosas que hemos de tener en cuenta cuando vamos a plantar, algo común a todas las plantas que no podemos ignorar ni pasar por algo bajo ninguna circunstancia.
El agua, el sol y el suelo, imprescindibles tenerlos en cuenta para cultivar
Todos hemos estudiado en primaria cuál es el ciclo vital de las plantas, y cómo estas necesitan del sol y una serie de sustratos en el suelo para poder comer, reproducirse y existir.
Antes de tener una planta, tenemos una semilla que contiene, en su interior, la futura planta que va a nacer de ella. Esta es la parte en la que vamos a tener que escoger un lugar en el suelo, plantarla, y comenzar a regarla cada cierto tiempo y cuidarla con mucho mimo para que pueda empezar a alimentarse y crecer como se merece.
Tras esto, comienza la etapa del desarrollo vegetativo. Si todo va bien y la semilla ha recibido la cantidad de agua necesaria para su supervivencia, empieza el momento en el que la semilla comienza a germinar y comienza a enraizarse en la tierra. Empiezan a salir pequeñas raíces que se desarrollan y se expanden por la tierra, a través de las cuales comenzará a conseguir los nutrientes que la nueva planta que se está desarrollando necesita.
Si todo está correcto hasta este proceso, comienza la fase más satisfactoria: la floración y la fructificación. ¿No es lo que todos ansiamos ver cuando plantamos una semilla? Queremos ver sus flores, o, en caso contrario, si es una planta de frutos o de hortalizas, ansiamos ver en lo que se va a convertir. Esto pasa justo después del desarrollo vegetativo, que es cuando la flor o la fruta comienza a salir de la tierra (o a desarrollarse bajo tierra) para, cuando llegue el momento idóneo, podamos recogerla y, en su defecto, plantar una nueva planta.
Por último, por supuesto, como en cualquier ser vivo, viene la muerte de la planta. Ya se ha plantado la semilla, ha germinado y ha florecido. Y las flores y plantas de suelo no suelen durar, ni por asomo, la misma cantidad de tiempo que los árboles. Así pues, tras todo esto viene cuando las hojas y flores marchitan, y cuando las plantas comienzan a perder su color y su vida, volviéndose tristes y apagadas. Han muerto…
¿Y qué tiene que ver el sol en todo esto? ¡Pues muchísimo! Las plantas, para poder crecer, utilizan, precisamente, la luz solar. Las plantas transforman esta luz en dióxido de carbono (CO2) y el agua del suelo (H2O) en azúcares.
Así pues, el abono, el agua, el suelo, la luz de sol… ¿Empiezas a comprender qué elementos son los comunes en todas las plantas y en los que nos vamos a centrar en este artículo¿
El auge del medio natural
Todos hemos sido conscientes de cómo la ciudad ha ido comiéndose bosques, ríos y praderas preciosas, todo con el fin de crear edificios que, en el mejor de los casos, se llenarán… y, en el peor de los casos, se quedarán eternamente vacíos (como pasó cerca de mi casa en una ocasión, y, de hecho, siguen vacíos). Sin embargo, el ser humano urbano comienza a percatarse de la diferencia de comprar alimentos naturales en el supermercado a plantarlos, cuidarlos y recolectarlos él mismo. He hecho, de aquí a unos meses atrás, el medio natural ha experimentado un crecimiento masivo en la ciudad urbana.
Con la concienciación de la importancia de la comida ecológica y saludable, se ha visto una aparición exponencial de lo que se conoce como “huertos urbanos”, y cada vez son más ciudades las que preparan terrenos y los ceden en parcelas a sus habitantes, para que estos mismos sean capaces de plantar, cuidar y recolectar su propio alimento. ¡Un huerto sin necesidad de tener una casa de campo, el sueño de cualquiera, ¿verdad?!
Pues hay que tener cuidado, porque no cualquier suelo vale para plantar. Y te lo vamos a demostrar en un momento.
Una buena idea no tiene por qué tener buenos resultados
Las personas que desean plantar, han de tener en cuenta una serie de cosas para no poner en peligro su salud de forma innecesaria. Porque lo cierto es que una buena idea que intente ser saludable no tiene por qué serlo. Esto quiere decir que, por mucho que tengas una buena idea (como el hecho de poner un huerto público para las personas en la ciudad) no tiene que tener, necesariamente, buenos resultados… a pesar de que tus intenciones sean buenas.
De hecho, ya sea en huertos urbanos o no, hay que tener muchas cosas en cuenta cuando vas a tomarte en serio el cultivo.
La importancia de hacer un estudio previo del suelo antes de convertirlo en huerto
¿Sabes que los suelos pueden tener componentes nocivos para el ser humano? ¿Y que, sin un estudio previo de él que garantice que está exento de ellos y, por lo tanto, es apto para el cultivo, podemos poner en serio riesgo nuestra salud?
Desde SAECO – Suministros Agrícolas Ecológicos nos explican que un estudio de suelo es esencial para cualquier terreno. Nos explican que un estudio de suelo se realiza para comprobar el componente ambiental del suelo presente en el área. Es decir, que trata de comprobar qué límites tiene para el cultivo y qué tipo de plantas se puede sembrar en él (según la tipología de la tierra, la luz solar y el clima en el que se encuentre).
Solo para que nos entendamos: el suelo agrícola no se estudia de cualquier manera, hacen falta una serie de elementos y conocimientos especiales para ello. Por lo tanto, no cualquiera pueda hacerlo: si necesitas comprobar si el suelo de tu cultivo público o el suelo de tu huerto privado es válido para el cultivo, contacta con un especialista que pueda verificarlo por ti.
¿Todavía no sabes qué se intenta conseguir con el estudio del suelo? Pues es muy sencillo, atiende: con un estudio de suelo, vamos a comprobar la potencia que puede llegar a tener en base a los nutrientes (o carencia de ellos de nuestro suelo), las características del terreno, y cómo influye el clima, la edad del suelo y la cantidad de agua que hay en el lugar
¿Cómo darle los mejores cuidados a nuestra planta?
-Ten en cuenta que no toda planta necesita el mismo tipo de sol. Por ello, un estudio del suelo va a poder decirte, además, qué tipo de planta es la más probable que se adapte más a la climatología del lugar.
Por lo tanto, te aconsejo que hagas un estudio previo de las plantas más comunes del lugar y veas cuáles son compatibles con el clima y el suelo en el que tienes la oportunidad de plantar. De esa forma, no tendrás problemas y crecerán sanas y preciosas.
-Eso son contar con que te va a medir la cantidad de nutrientes utilizables que tiene el suelo. ¿Eres consciente de que, como nosotros, las plantas han de comer justo lo que necesitan, porque si no pueden enfermar? Si una planta necesita una cantidad de nutrientes y no los está consiguiendo, puede tener deficiencias.
En el caso de que sea así, tendrás que tener tu propio abono personal y especializado para suplir las carencias alimentarias del suelo para que tus plantas puedan crecer con todo su potenciar. Pero has de tener cuidado, porque en el mundo agrícola existen multitud de abono diferente: tanto ecológico como más químico. Si yo fuese tú, tiraría directamente para los abonos ecológicos, porque, si estás plantando comida, después vas a introducir en tu cuerpo todos aquellos químicos que has vertido en el suelo donde estás plantando.
-¿Sabes que el agua puede ser tanto buena como mala? Las plantas necesitan agua para poder coger los nutrientes del suelo… pero demasiada agua puede crear humedad, y esto deriva en hongos. Como las casas de las personas, un exceso de humedad puede derivar en hongos. Y, si nuestra planta se llena de hongos, solo vas a tener dos opciones: comprarle complementos y medicamentos para sanarlas… o decantarte por otras opciones mucho más feas, como cortar directamente por lo sano y plantar tu huerto de nuevo. ¡Esperemos que no tengamos que llegar a eso tan feo!
Sea como sea, solo te aconsejo dos cosas
La primera es que, si vas a decantarte por un huerto urbano o por un huerto privado, te asegures de que el terreno del que dispones no es dañino para tu salud.
El segundo… ¡que disfrutes mucho de tus plantitas!