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Feliz con mi tiendecita en el campo…

¡Buenos días a todas y a todos! Me llamo Mariela y soy feliz con mi tiendecita en el campo. Bueno, en realidad la tengo en un pequeño pueblo del centro de España… De siempre me ha gustado la vida tranquila y campestre, lejos del bullicio y estrés propios a las grandes ciudades. Pero por cuestiones laborales, a día de hoy mucha gente opta por emigrar hacia las grandes metrópolis –si no lo hace del país–. Sin embargo, yo gracias a HHG, un proveedor de ropa de mujer con un amplío catálogo de ropa al por mayor, puedo tener mi pequeño espacio de trabajo en el lugar que más me gusta a mí, a saber… ¡mi pueblo! Estoy contenta y feliz con ello. ¡No necesito más!

Teniendo lo suficiente para salir adelante, darme un caprichito de vez en cuando y despertarme con el cantar de los pájaros, me siento bien conmigo misma y con la vida. Me dedico en efecto a lo que verdaderamente me llena y apasiona: aconsejar y vender ropa a las mujeres modernas y actuales que viven en el pueblo. Además, vendo bisutería, perfumes y todo tipo de complementos (bolsos, sombreros, fulares, etc.) y la verdad es que gozo de muy buena reputación porque también arreglo ropa o la “customizo” (del inglés “customize”, lo cual significa modificar algo de acuerdo a las preferencias personales) para darle aquel toque especial que la vuelve única. ¡Las mujeres de los pueblos también lo valemos! ¿O no? Jajaja… Yo tengo una calidad de vida aquí que pocas personas tienen en lugares más grandes y supuestamente más desarrollados. Porque hay que reconocer que hay pueblos y pueblos, ¡y el mío tiene de todo!

Nada es imposible gracias a Internet

 Mi tiendecita, aparte de ser física, también tiene presencia online. ¡Ello es fundamental en la actualidad! Es algo efectivamente imprescindible si quieres ganarte la vida más o menos decentemente. Tener visibilidad en las redes sociales te permite darte a conocer, hacerte publicidad y fidelizar a tu clientela. Pero trabajar con la ayuda de Internet, puede serte de gran ayuda a la vez. Os explico… Tal y como os lo he dicho más arriba, tengo una tienda física de ropa de mujer en un pueblo y estoy presente asimismo en la red. Pues bien, para evitarme el gasto innecesario de encargar a mi mayorista grandes cantidades de artículos que quizá no consiga vender luego en su totalidad, lo que hago –para no “defraudar” a mis clientas y tener siempre en reserva aquel modelito que más les gusta– es servirme de mi proveedor como de intermediario. Se trata de un concepto denominado “dropshipping” que en realidad no tiene nada de novedoso (sino lo de la apelación a la inglesa) que consiste en una venta al por menor en la cual el comerciante minorista efectúa la venta online sin tener verdaderamente el artículo o producto en cuestión en su almacén. Pues, quien se encarga en realidad de enviar el pedido a su destino final es el “dropshipper” (el mayorista), todo ello en nombre del propietario de la tienda online. ¡Genial! ¿Verdad? Esta forma de proceder le permite así al comerciante minorista ahorrarse la molestia de tener en stock miles de productos y de librarse con ello de la infraestructura que necesita para el envío. Así pues, esta forma de cooperación me permite trabajar desde mi pequeño pueblo, sin tener que almacenar la ropa y productos, y con un simple ordenador y conexión a Internet. Desde la ventana de mi ordenador, sin salir de casa, veo al mundo y él me ve a mí… ¡Chachi!

Llevo ya bastantes años trabajando de este modo, y la verdad es que estoy muy satisfecha. No sólo puedo proponer a cada temporada dos colecciones anuales de moda de mujer al por mayor, de máxima calidad y a precios muy ajustados para las mujeres modernas, cosmopolitas, de todas las edades y clases sociales de mi pueblo y alrededores, sino que puedo también gracias a ello quedarme ahí donde más a gusto y mejor me siento: ¡mi pueblo! Todo ello se lo debo en cierto modo a HHG, un proveedor estupendo que dispone de todo tipo de prendas: blusas, chaquetas, ponchos y vestidos y complementos con los estilos más originales para vestir a todas las mujeres. Y yo, así, soy feliz con mi tiendecita en el campo (pueblo)…

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